Singulares Magazine – Casa Particular

Un hogar entre viñedos

Vivir cerca del lugar donde trabajas es considerado por muchos, todo un privilegio, y aún más si ello transcurre en medio de la naturaleza con vistas que se prolongan sobre hectáreas de viñedos.
Visitamos el hogar de una familia ligada a la tierra que les rodea, generación tras generación y hasta el día de hoy, bajo una amplia trayectoria vitivinícola.

WORDS: Olga Fernández
PHOTOS: María Marcet

En medio del histórico viñedo familiar de la bodega Raventós i Blanc, en la comarca del Alt Penedès, encontramos el hogar de Pepe Raventós, quien reside junto a su familia de seis miembros en el que es, su hogar definitivo. Una vivienda diseñada en un reflejo de sus propios orígenes, los de una larga tradición familiar dedicada por completo a la viticultura.

La construcción primigenia, la parte edificada más antigua de la vivienda actual, albergó la casa del cuidador de las tierras. Una pequeña construcción rebosante de historia y con una ubicación privilegiada que ahora ha sido rehabilitada y ampliada para adecuarse a las necesidades de esta familia numerosa, respetando el propio pasado de la vivienda.

La luz del exterior se filtra a través de contraventanas articuladas.

“Una apuesta por componentes sin artificios, casi elementales”

Al acceder al interior, uno puede llegar a percibir como en esta casa prevalece la sencillez, una sencillez muy medida para sacar el máximo provecho a cada estancia. Esta ha sido, de hecho, la premisa que se ha seguido desde el estudio de Bea Portabella, equipo al frente del proyecto de interiorismo de esta vivienda. 

Bajo un planteamiento de espacios amplios y diáfanos conectados entre sí, han puesto especial énfasis en utilizar únicamente materiales naturales, huyendo de la utilización de productos artificiales. Todos los materiales empleados mantienen una estética natural a base de elementos perdurables en el tiempo, como los encalados de las paredes, en mortero a la cal. Una apuesta por componentes sin artificios, casi elementales, como maderas, mármoles y estucos,.. materiales nobles en tonos cálidos que contribuyen a crear una atmósfera tranquila y sin extravagancias. 

 El cemento pulido otorga a toda la casa una visión de continuidad.

Los altos techos junto a las vigas de madera, son los dos elementos distintivos entre la edificación original y la parte de la vivienda que ha sido ampliada. Se definen así, dos ramificaciones que se articulan a partir de la construcción más antigua; por un lado la zona de noche y por el otro, la zona de día, presidida por el salón y el espacio contiguo, donde se encuentra la habitación suite. 



De este modo, la cocina se convierte en el auténtico corazón de la vivienda, ubicada en la parte antigua, su interior se divide en dos mitades, dos cocinas independientes comunicadas entre sí por una arteria formada por una disimulada puerta corredera. Las dos estancias, ambas completamente equipadas responden a diferentes usos, el profesional y el privado, ya que el primero, situado en un espacio de mayor tamaño y presidido por una isla central se ha planteado para poder recibir y ofrecer catas de vino a los clientes, mientras que la segunda estancia, de carácter privado, cuenta con un diseño de líneas más simples y una sufrida mesa de mármol para el uso familiar.

El cemento pulido hace de unión entre todas las estancias al ser el único pavimento utilizado. Los materiales de origen vegetal como el ratán, están muy presentes en la decoración de la casa, a modo de cestas o alfombras, aportando calidez. Piezas recuperadas como la mesa de madera situada en el comedor, contrarrestan con los tonos más fríos o con la simplicidad de líneas del resto del mobiliario. En cuanto a los tejidos, el lino está presente de forma constante, tanto en la zona de día, en el tapizado de los sofás, como en los textiles utilizados para las camas en la zona de noche.


La luz, una de las grandes cualidades que posee esta vivienda, envuelve la totalidad de las estancias a través de comunicaciones continuas al exterior, ya sea conectando directamente al jardín o a través de una gran galería que dosifica la claridad lumínica. Las vistas a los viñedos quedan enmarcadas como si de un cuadro se tratase a través del gran ventanal del salón, ocurriendo de forma similar en el resto de estancias, donde los paisajes acceden al interior gracias a la principal premisa con la que se desarrolló el proyecto; convivir con el entorno que les rodea.

La zona de noche, formada por el dormitorio principal y las habitaciones de los hijos de la pareja, se caracterizan por poseer el mobiliario estrictamente necesario, manteniendo las líneas rectas y sencillas del resto de la vivienda, dando continuidad a materiales como la madera de roble, presente en puertas y armarios, estos últimos diseñados a medida junto a gran parte del mobiliario.


Clásicos del diseño, como la silla Thonet, luminarias de origen escandinavo o la mítica y atemporal lámpara Cestita diseñada por Miguel Milà forman parte del mobiliario de la zona infantil, una estancia precedida por un segundo salón pensado para el ocio. Se trata de un conjunto de espacios amplios y luminosos que conducen a las habitaciones, salas totalmente funcionales que van mucho más allá de ser simples zonas de paso, ofreciendo diversos rincones de lectura, estudio o simplemente de reunión, para los distintos miembros de esta familia.


Es en definitiva, una reforma meticulosa desarrollada por el arquitecto Oriol Solanes, que junto al interiorismo de Bea Portabella, han sabido enfatizar elementos como las vigas de madera, manteniéndolas a la vista y conservando así el espíritu original de la construcción primigenia, además de rendir un continuo homenaje al paisaje que envuelve la vivienda

BEA PORTABELLA

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