Gracias a la tecnología o, por culpa de ella, el equipo de SINGULARES no trabaja bajo un mismo techo, en una redacción al uso, compartiendo tazas de café y confidencias mañaneras. Lo nuestro es más bien nocturnidad, desde Skype hemos creado y trazado la que será la primera revista online de decoración en nuestro país, una aventura apasionante que muy pronto compartiremos con todos vosotros.
Pero, si tuviéramos que imaginar, si tuviéramos que trabajar juntos en una misma redacción (que nos encantaría), lo haríamos desde nuestros despachos ideales, que nos hemos divertido componiendo, que reflejan parte de nuestra personalidad y que os enseñamos aquí.
En nuestras zonas comunes no pueden faltar unas mesas de reunión, un calendario con las fechas de cierre y de publicación del próximo número de Singulares, y mucho, mucho de diversión. En el fondo, este proyecto en el que nos hemos embarcado empieza firme porque nos divertimos chateando hasta las tantas. En nuestra hipotética redacción real, lo traduciríamos en un futbolín y en unas sillas colgantes para hacer la tertulia. No hemos incluido los ordenadores en el collage… ¡pero en realidad estamos todo el día mirando la pantalla!
El despacho de Olga es como se define su trabajo y estilo: mobiliario antiguo, restaurado, piezas adquiridas en su antigua ciudad; Bruselas, mezcladas con diseños actuales y livianos. Todo ello rodeada de paredes de ladrillo que descubrió en su recién estrenada vivienda. Olga tiene la suerte de que su despacho ideal se acerca mucho a su espacio real.

Clara ha querido hacer un pequeño homenaje a su blog: “Entré en el proyecto Singulares gracias al blog, sin él, esto no hubiera sucedido. Es por eso que he querido trasladar a mi mesa de trabajo su espíritu. La hermandad entre la técnica y la creatividad, la libertad representada por los anillos de crecimiento de la madera y el color de la desnudez.”

El escritorio de Fran refleja casi a la perfección sus gustos decorativos: algunas piezas vintage, otras de sabor industrial, unas pocas con nombre propio (la silla Tólix, el flexo Jieldé, etc.), la mayor parte con historias que contar. Junto a ellas, complementándolas y enriqueciéndolas, no puede faltar algo de arte, como las fabulosas ilustraciones de Blancucha. Todo ello conforma un estilo ecléctico, singular y con gran personalidad, con el que se siente muy identificado.
El despacho de Elena tendría que tener algo nuevo, algo prestado y algo azul. Aunque no se trate de una boda, ella se casaría con un espacio de trabajo que conjugara un poco de diseño contemporáneo, un poco de historia, como una librería con pasado industrial, o una mesa que recuerda a las españolas de lenteja, algo muy decorativo, como el suelo hidráulico y algún toque de color para que la inspiración no deje de fluir.

Maria describe su mesa de este modo: “Imaginamos su ubicación en un antiguo barrio industrial, grandes naves recuperadas cuyos ladrillos han sido pintados para fomentar una mayor luminosidad y suelos imperfectos como base de un mobiliario improvisado, objetos que fueron el contenedor de la vida de su propietario y que hoy emprenden bajo un espacio distinto un nuevo camino”.
Para Belén, el orden es fundamental, así que necesita que esté todo listo y en orden para trabajar sin descanso. Ha elegido clásicos que no pasan de moda y por los que no pasa el tiempo, porque todos somos organismos en constante evolución. Su mantra, una máxima de Confucio: “Elige un trabajo que te guste, y no tendrás que trabajar nunca en la vida” Pues eso.